El campamento Cerro León, una reliquia de la época de los López ubicada en el distrito de Pirayú. Sobre él han escrito poco los historiadores y estudiosos, salvo comentarios accesorios y superficiales, de los que se puede extraer alguna información útil para ir ensamblando la imagen de este reducto de nuestra historia.
Por Domingo Cabañas
El campamento dista 10 kilómetros del centro urbano de esta localidad, en medio de las estancias Cerro León y Lilian. Tiene dos pabellones, incluye cuadras de tropas, sala de reunión, dormitorios del Mariscal López y su pareja Alicia Lynch, sanidad y amplias galerías.
En el sitio se pueden apreciar proyectiles de cañón, antiguas banderas, imágenes históricas y de personalidades de las diferentes épocas del Paraguay.
Una de las habitaciones que fue utilizada por el Mariscal Francisco Solano López está bien cuidada. En el lugar se exhiben viejas banderas, de las cuales varias son de la época de los López.
En el sitio se pueden apreciar proyectiles de cañón, antiguas banderas, imágenes históricas y de personalidades de las diferentes épocas del Paraguay.
Una de las habitaciones que fue utilizada por el Mariscal Francisco Solano López está bien cuidada. En el lugar se exhiben viejas banderas, de las cuales varias son de la época de los López.
A unos 2 kilómetros del campamento, dentro de una estancia Cerro León, en un lugar conocido como “Malamalín Jahuhague”, se encuentra una pileta natural con caída de agua que está en la falda de un cerro cercano, donde se bañaba Alicia Lynch.
El campamento
El Cuartel General del Mariscal Francisco Solano López, denominado Campamento Cerro León, fue uno de los primeros del ejército paraguayo durante la Guerra contra la Triple Alianza (1865-1870).
En el lugar, unos 5.000 soldados paraguayos fueron alistados para defender la heredad nacional en la desigual batalla contra Argentina, Brasil y Uruguay.
El Ministro José Berges escribía a Cándido Bareiro en fecha 15 de marzo de 1865 lo siguiente: "las tropas se hallan bien disciplinadas, llenas de entusiasmo y en el mejor pie de guerra. Diariamente llegan a los campamentos numerosos contingentes de reclutas que vienen a reforzar las líneas del ejército.
Arturo Bray, en su trabajo sobre López, sostenía que a pesar de la falta de experiencia y preparación lo que prestaba fuerza moral de primerísimo orden al ejército y a la armada era su cohesión moral, su férrea disciplina, su unidad absoluta de mando y la fe indeclinable que tenían en la santidad de la causa nacional.
También se encontró referencias sobre el Campamento Cerro León, en la edición de "El Semanario" del 9 de abril de 1864 donde se informaba que: "El campamento Cerro León es el tercero de instrucciones de las tropas. En él se encuentran acampando actualmente miles de reclutas, jóvenes llenos de vida para empuñar el fusil y hacer respetar, si fuere necesario, los derechos sagrados de la patria.
Después estalló la guerra y el ejército se fue quedando sin hombres.
López volvió a Cerro León luego de la derrota de Itá Ybaté, ocurrida a finales de diciembre de 1868. Se refugio, con un puñado de hombres por el lugar conocido como Potrero Mármol, sin que los aliados le dieran persecución.
Ahí, en Cerro León, el ejército fue reorganizado. A los restos de la tropa se sumaron ciudadanos de distintos lugares de la República, llegando a constituir una fuerza de 13.000 hombres, que incluían a heridos, ancianos y niños. El material de guerra era casi inexistente. Sin embargo, en Ybycuí seguían fundiéndose cañones con el bronce extraído de las campanas de las iglesias. Uno de ellos es conocido, por esa circunstancia, como "cañón cristiano".
Poco después, se instaló el campamento en Azcurra, distante a pocos kilómetros de Cerro León. Esa posición, donde estratégicamente se puede observar todo el valle de Pirayú, ofrecía más ventajas defensivas. El General Francisco Isidoro Resquín, protagonista de dichos aprestamientos, relata cuanto sigue.
El mariscal López marchó con el grueso del ejército a ocupar el paso de la cordillera de Azcurra, dejando en Cerro León una guarnición de seiscientos hombres, al mando del coronel Sosa. En la cordillera se extendió una línea a la derecha hasta el paso de Atyrá, y en su altura, frente al paso del arroyo Pirayú, colocó una vanguardia de caballería, mandada por el general Caballero.
Ya decidida la suerte del conflicto, y en plena cacería de López, el 25 de mayo de 1869 una columna de la caballería brasileña, al mando del Coronel Manuel Cipriano Morais, ataca la avanzada paraguaya destinada a la guarnición del Campamento Cerro León. Entre los numerosos prisioneros capturados se hallaba el sargento Cirilo Antonio Rivarola, quien, en menos de tres meses formaría parte del gobierno provisional instalado por los aliados en Asunción.
Considerando que Asunción fue ocupada ya el 1 de enero de 1869, es fácil concluir que el saqueo y la destrucción de la capital atrajeron la atención de los aliados, quizás por eso se esperó más de cinco meses para continuar con las acciones militares.
Muchos testimonios han recogido actos de vandalismo y despojo cometidos por los aliados, perpetrados principalmente por soldados brasileños. Además, el diario argentino "La República" asegura que, en abril de 1869, los muebles del Palacio de López se hallaban en la Casa de Gobierno argentina. Y, de hecho, allí lo vio el Conde d’Eu cuando fue recibido por el Presidente Sarmiento a comienzos de abril de 1869.
La conducta del ejército de ocupación poco aporta a la justificación, ensayada en el Tratado Secreto de la Triple Alianza, donde se sostiene que la guerra no es contra el pueblo paraguayo sino contra su gobierno.
De aquel campamento, colmado de fervor en vísperas de la guerra grande, quedan solo dos edificaciones, testigos de la historia. El resto fue destruido por los brasileños al ocupar esa plaza, dicen que buscando tesoros. Lo que es comprensible, pues, militarmente no tenía sentido esa agresión.
El folclore se encargo de inmortalizar el nombre del Campamento Cerro León en una composición anónima, creada en tiempos de la guerra grande, que legó al rango de símbolo nacional, inclusive. La versión musical fue hallada en el archivo de don Manuel Mosqueira, en la ciudad de Carapeguá.
que viva siempre el PARAGUAY! DIOS lo bendiga!
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