La obra, creada por un argentino y con actores paraguayos, se despidió temporalmente de Buenos Aires, el domingo pasado. El elenco arriba al Paraguay este miércoles, brindar unas funciones, posibles gracias al apoyo de la representación diplomática argentina en Asunción. Por Carlos Miguel Giménez. Especial desde Buenos Aires, Argentina.
Pasto seco, ese es el aroma que se impregna al ingresar a la pequeña sala alternativa del Teatro Delborde, en pleno barrio porteño de San Telmo. No hay escenarios ni telones. A un costado, los actores aguardan bajo la penumbra, como ansiosos espectros.
Una treintena de personas se acomodan en este espacio, más parecido a una caja de unos doce por seis metros, con un muro de ladrillos desnudos inundando el panorama. En el otro extremo, aguarda un arpa paraguaya (cuyas cuerdas aportan a los climas intimistas).
Allí, la obra teatral “Curupayty” viene impactando desde hace seis meses. La decena de actores, entre paraguayos y argentinos, se dispersan en ese tramo cubierto de pasto seco, aún como espectros olvidados, y comienzan un duro y directo relato, que hasta parece fantástico, por el tamaño tan extraordinario y tan desconocido que guardan las tragedias que la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870) importó a Paraguay.
Una treintena de personas se acomodan en este espacio, más parecido a una caja de unos doce por seis metros, con un muro de ladrillos desnudos inundando el panorama. En el otro extremo, aguarda un arpa paraguaya (cuyas cuerdas aportan a los climas intimistas).
Allí, la obra teatral “Curupayty” viene impactando desde hace seis meses. La decena de actores, entre paraguayos y argentinos, se dispersan en ese tramo cubierto de pasto seco, aún como espectros olvidados, y comienzan un duro y directo relato, que hasta parece fantástico, por el tamaño tan extraordinario y tan desconocido que guardan las tragedias que la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870) importó a Paraguay.
El director de la pieza, Julio Molina, argentino, sospecha que su bisabuelo participó en aquella contienda, ya que su pariente era de Entre Ríos, aunque ignora de qué lado estuvo peleando.
En solo 50 minutos, Molina ha creado una pieza intensa, compacta y desoladora sobre el histórico genocidio, a través de cuadros muy puntuales que aluden al saqueo de Asunción, la tragedia infantil de Acosta Ñu, los tesoros escondidos, el incendio del hospital de Piribebuy y el tormento infinito de las mujeres paraguayas en aquel increíble infierno.
LENGUAJE
Los actores paraguayos, entre ellos Dario Valenzuela (extra de la escarizada “El secreto de sus ojos”, “Carancho”) y Shirley Giménez (“El invierno de Gunter”, el falso “Gran Hermano Paraguayo” de “Showmatch” 2007), son contundentes con sus parlamentos en guaraní. Si bien el público argentino ignora la traducción; sin embargo, el idioma suena como un latigazo emocional. Una espectadora se seca alguna lágrima; otros suspiran y no es por el aroma de pasto seco.
Seguido, los intérpretes argentinos describen lo narrado (sin caer en el subtitulado directo). Ambas líneas de parlamentos, sin dudas tendrán una energía de mayor calibre emocional cuando “Curupayty” se estrene los próximos viernes y sábado, en la Embajada Argentina de Asunción. Posteriormente, la obra seguirá su temporada en la capital porteña. Fuente La Nación
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