Apenas
a dos semanas de su asunción, Horacio
Cartes mantiene
un duro enfrentamiento con las bases del partido que lo llevó al poder,
producto de la contradicción de dos proyectos que se unieron para las
elecciones, pero que son íntimamente irreconciliables: el neoliberalismo y el
populismo.
Horacio Cartes
junto a su vicepresidente Juan Afara. Fuente de Imagen: Perfil del Facebook de
Horacio Cartes. Fuente: E’a
Cartes, portaestandarte
neoliberal, para ganar las elecciones pactó una alianza con el partido
colorado, representante del conservadurismo populista más arcaico. El novel
presidente, tributario de una concepción modernizante del Estado, apenas asumió
nombró tecnócratas en los cargos ministeriales y ni se acordó del aliado que lo
llevó al poder.
Hoy los ataques desde el
coloradismo se desataron y ya aparecieron los primeros nubarrones en el
firmamento cartista presagiando una terrible tormenta de inestabilidad en pocos
meses.
Horacio Cartes personaliza
a una burguesía agroexportadora que instrumentó al coloradismo para hacerse del
poder, y hoy quiere deshacerse de ese viejo partido anclado en el siglo pasado
y refractario a los cambios económicos de corte mercantil.
La clase agroexportadora
pretende reencausar al país hacía un desarrollo de influjo neoliberal, fundado
en el agronegocio y las finanzas. El proyecto histórico de esta clase es
reducir al Estado a su mínima expresión, pero su aliado, el partido colorado,
reclama la restauración del Estado populista y clientelar para satisfacer la
demanda de sus afiliados, quienes masivamente se adhirieron al “nuevo rumbo”
del empresario presidente.
Para Cartes el partido fue
el recodo para llegar al poder, pero después de las elecciones se está
convirtiendo en una pesada carga difícil de sostener.
El modelo agroexportador
ha generado pobreza, desempleo y el desplazamiento campesino, convirtiendo al
Paraguay en uno de los países más empobrecidos, y según datos de la CEPAL, hoy
con niveles por debajo de Bolivia, la nación históricamente más pobre de
Sudamérica.
El fantasma del subempleo
y el desempleo afectan a casi la mitad de la población económicamente
activa, y en este escenario, la presión de las bases coloradas por cargos públicos
será cada vez más incesante, generando duras fricciones entre el mandatario y
las autoridades coloradas.
A corto plazo, Cartes,
difícilmente podrá satisfacer las demandas coloradas, y éstos, exánimes luego
de cinco años en la llanura, ya no quieren seguir un día más en esa incomoda
soledad, y pareciera ser que el aliado que lo elevó al poder está llamado a ser
su más duro opositor en los próximos años.
Si se profundiza la
crisis, éste partido, de socio político puede convertirse inadvertidamente en
su verdugo por la vía del golpe parlamentario, mucho antes que cumpla los cinco
años para el que fue elegido.
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