Cables filtrados por WikiLeaks muestran la constante presión
de EE.UU. por mantener sus efectivos militares en nuestro país bajo la excusa
de la lucha contra el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).
Cables filtrados por WikiLeaks y que
fueron reseñados en su blog por el periodista argentino Santiago O’Donnell,
bajo el título de “La guerrilla paraguaya”, ilustran cómo causó frustración en
las autoridades norteamericanas la decisión del entonces presidente Fernando
Lugo de poner fin a la cooperación en materia militar, al punto de que la
entonces embajadora Liliana Ayalde señaló que el actual senador por el Frente
Guasu carece de liderazgo según fuente E’a
“Nuestra esperanza es que la presente
crisis de seguridad empuje a Lugo a mostrar más liderazgo, y continuaremos
alentándolo a nutrir las instituciones democráticas del Paraguay, antes que sus
opositores políticos la rompan en pedazos”, había expresado la embajadora a
propósito del secuestro de Fidel Zavala, reconociendo la instrumentalización de
la figura del EPP para desestabilizar a Lugo.
Asimismo, la diplomática se hace eco de
que el tema de la seguridad sería un componente importante para justificar el
juicio político, que a fin de cuentas se concretó precisamente utilizando como
causal un episodio de violencia rural.
“La exitosa liberación de Zabala es un
alivio para la golpeada administración de Lugo. La habilidad de Lugo para
trabajar bien con Colombianos y Brasileros demuestra una cooperación
internacional exitosa. Si el ministerio del Interior tiene éxito en atrapar a
los secuestradores, la administración de Lugo podría encontrar una oportunidad
para enfocarse en avanzar con su agenda después de meses de mala prensa, ningún
logro importante y llamados de juicio político para Lugo”.
Entretanto, en principio el expresidente
se habría mostrado “agradecido” por la cooperación militar norteamericana, pero
posteriormente decidió prescindir de dichos planes presuntamente para coordinar
acciones con los demás países de la región, que no habrían visto con buenos
ojos la presencia militar del Norte, más aún considerando que nuestro país es
catalogado como una plataforma desde la cual históricamente EE.UU. vigiló al
resto de las naciones del Cono Sur.
“Para combatir a la guerrilla Lugo
desplegó un Destacamento Conjunto de Respuesta Rápida de fuerzas especiales
paraguayas y “asesores” militares estadounidenses. Los cables señalan que en un
punto Lugo le dijo a los estadounidenses que estaba agradecido por el
destacamento conjunto y que deseaba su continuidad. Sin embargo, para
consensuar políticas de seguridad con los países vecinos, eventualmente el
mandatario paraguayo le pidió a Estados Unidos que dé por terminado el
entrenamiento del destacamento conjunto y retire a sus “asesores” del Paraguay,
dicen los despachos”, refiere O’Donnel.
Asimismo, la inteligencia
norteamericana, agregan los cables, no habría podido establecer vínculos entre
el EPP y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), a pesar de las
insistentes versiones en ese sentido difundidas por la prensa.
Los cables hacen referencia a un
encuentro realizado en 2009 entre Lugo y el representante de negocios Michael
J. Fittzparick para abordar temas de seguridad. Allí el expresidente paraguayo
le había expresado su satisfacción por la performance del Destacamento Conjunto
de Respuesta Rápida, una unidad financiada y entrenada por militares
estadounidenses.
“Lugo le dijo al Encargado de Negocios
que estaba contento con la respuesta inicial de gobierno al ataque de
diciembre 31 del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) a un cuartel del Ejército
en Tacuatí, departamento de San Pedro. Lugo basaba esta información en reportes
iniciales de los militares detallando el despliegue de 35 miembros del
Destacamento Conjunto de Respuesta Rápida (DCEI) Militar a Tacuatí a buscar
sospechosos del EPP”, dice un extracto del cable citado.
Los documentos relatan que Lugo había
intentado tranquilizar a las autoridades norteamericanas diciendo que sabía
quiénes eran los integrantes del grupo, que estaban financiados por el
narcotráfico e incluso por terratenientes, y que además no representaban
una amenaza para el gobierno.
“Lugo mencionó las áreas rurales de la
frontera Concepción/San Pedro (como Tacuatí) y la zona de colinas del
departamento de Paraguarí como las dos más preocupantes de este tipo de amenazas
de seguridad. Estaba preocupado y convencido de que el EPP estaba recibiendo
apoyo local de traficantes de drogas (incluyendo algunos grandes terratenientes
en San Pedro).
Dijo que se basaba en su conocimiento
íntimo de sus (once) años como obispo del área. Lugo estimó que el EPP no era
realmente una amenaza directa de seguridad de la nación pero más bien estaban
generando problemas para asustar a los inversores legítimos, y ofreciendo una
oportunidad en muchos lugares para que se pueda criticar al gobierno y,
eventualmente, hacerlo tropezar”.
El encargado de negocios hizo notar a
Lugo el dinero invertido por EE.UU. en el tema (más de cinco millones de
dólares en el destacamento, y que tenía programado otros 1,4 millones
para ese año) y que se necesitaba la confirmación por escrito de que tales
planes seguirían.
“El presidente Lugo fue cálido, amable y
relajado durante la reunión. Convino la impresión de que sigue apoyando con
firmeza la asistencia del gobierno de EE.UU. a Paraguay en general, y el DCEI
en particular…Fue positivo pero no se comprometió (tal es su estilo para la
frustración de quienes lo rodean). Pero reconoció: a) Todo lo que ha hecho el
gobierno de EE.UU. por Paraguay, b) La necesidad de cierta claridad del
gobierno paraguayo en este tema y c) La necesidad de una respuesta formal (y
con una sola postura) de su gobierno”.
Finalmente esa confirmación por escrito
llegó, pero para comunicar el plazo en que tales operaciones conjuntas
llegarían a su fin, ya que los ministros de Defensa de Unasur se habrían
opuesto a la presencia militar norteamericana en la región. Reconociendo que ya
no podían seguir siendo más papistas que el Papa, Fitzpatrick escribió: “Al
final no podemos querer esta asistencia más que los paraguayos. Y si el
gobierno de EE.UU. debería seguir como hasta ahora: dispuestos a declarar
victoria y mandar señales mucho antes de junio del fin de nuestro apoyo a las
unidades y entonces hacerlo en junio, si llegamos a ese punto”.
Luego del secuestro de Fidel Zavala, la
entonces embajadora manifestó su preocupación por el aumento del poder de fuego
del grupo: “Si este secuestro es obra del EPP, entonces su nivel de
operatividad es más alto de los que muchos creyeron y si recibe un rescate
significativo, su financiamiento estaría asegurado para el corto o mediano
plazo”, reportó a Washington.
Además, ya se empieza a contemplar la
posibilidad de que objetivos estadounidenses sean blancos de algún tipo de
ataque. “Hay un pequeño grupo terrorista autóctono, una naciente guerrilla
llamada Ejército del Pueblo Paraguayo. Son responsables de secuestros recientes
de ciudadanos paraguayos.
El EPP tiene un bajo nivel de
operatividad de explosivos y una conocida ideología antiestadounidense. Sin
embargo hasta ahora no han accionado en contra de EE.UU…La amenaza general para
terrorismo doméstico es baja y para el crimen en general es alta en las áreas
designadas para el entrenamiento en o alrededor de Asunción. La amenaza es
mediana para terrorismo transnacional en todo el país. Personal estadounidense
no ha sido blanco de ataques”.
Asimismo, la agencia de seguridad
privada Stratfor también dedicó su atención al grupo con varios de sus expertos
analizando las características de las incursiones del EPP. Entre otros, el
analista Scott Stewart estableció un paralelo entre los explosivos utilizados
por la banda y los de la insurgencia afgana: “Este artefacto explosivo
parece bastante sofisticado para Paraguay. Fue detonado a control remoto y por
su descripción es similar a la Fragmentación Direccionada de Cargas (DFC) que
estamos viendo en Afganistán”, comparó.
El
artículo termina reseñando la decepción de la analista jefe de Stratfort,
Allison Fedrika, de que los organismos de seguridad paraguayos recurran a
profesionales argentinos, donde los militares tienen prohibido intervenir en
cuestiones de seguridad interna, en lugar de sus aliados colombianos, donde las
fuerzas castrenses tienen una experiencia de medio siglo de combate a la
guerrilla.
“Paraguay
y Argentina tiene vínculos militares bastante cercanos. Paraguay habitualmente
manda oficiales a estudiar al Instituto Nacional de Defensa y otros institutos.
Sin embargo, me pregunto por qué no buscaron a los Colombianos. Paraguay
trabajó mucho con Colombia en el pico de los problemas con el EPP en 2009/2010.
Es cierto que Argentina está más cerca. Pero es interesante que busquen su
ayuda en Argentina y no en otro lugar”, reza el último cable citado.
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